Pensar que lo de invertir es solo “cosa de ricos” ya no se lleva. Desde que (por suerte) aparecieron las start-ups y, con ellas, cientos de posibilidades de futuro, las opciones se han multiplicado. Vale que cuando empieces a leer sobre tipos, rentabilidad, retorno, depósitos, fondos y demás la cabeza saque humo. Pero hay formas mucho más fáciles de entender a la hora de decidir qué hacer con tu dinero. De co-invertir, más que de invertir. Por ejemplo, ¿crees que podrías destinar 300 eurillos para colaborar con la evolución de la medicina y, además, obtener rentabilidad? Si es que sí, sigue leyendo. Si es que no, también, porque esto de la co-inversión no necesita de grandes fortunas y cualquier con inquietud emprendedora es bienvenida. Sin necesidad de ser un potentado.
La co-inversión surge de un principio muy sencillo: A/Hay personas que tienen grandes proyectos a desarrollar y necesitan dinero. B/Hay personas que tienen dinero para invertir –poco o mucho- y buscan proyectos interesantes con los que cooperar. Sumamos A+B y encontramos una plataforma como en la que estás ahora mismo, que pone en contacto grandes ideas y grandes intenciones. Porque lo de co-invertir no discrimina entre grandes o pequeñas fortunas. Ni es preciso ser un genio de los números. De lo que se trata es de apostar por invertir en proyectos en los que ya se ha invertido un tiempo y una energía a la hora de desarrollarlos.
En nuestra plataforma puedes encontrar proyectos de lo más interesante especializados en salud y biotecnología. Porque además de intentar obtener un beneficio, co-invertir en proyectos de Capital Cell tiene un aliciente añadido: redirigir el capital y los esfuerzos hacia la ciencia y proyectos que nos cambian la vida. ¿Te imaginas que esos ahorros con los que no sabías que hacer, además de crecer, acaban ayudando a curar el Alzheimer, o a mejorar la salud de todos? Pues sí, puede ocurrir. Y en ello estamos. El beneficio económico está muy bien. La satisfacción personal no tiene precio.